LA MAGIA DE LA ESCUCHA


                                                         LA MAGIA DE LA ESCUCHA

     ¿Tienes un segundo de tu vida? No. No importa. Me escucharás igual. Porque mis delirios están presentes en mis alocadas neuronas y fluyen como fuego en el infierno y despiertan mi existencia al verte como esa fruta prohibida que marchita mi maldito dolor. Poco a poco lo voy transformando, lo voy domesticando; quizás por esa transgresión al deseo, a esa muerte amenazante que me consume y me atrapa. O quizás, me dejo atrapar por las intermitencias que la vida me presenta en sus raros caminos, como pequeñas sendas que me llevan a destinos intermedios, inciertos, alterables, pero que resuenan en mi mente como experiencias de un proceso de reinvención. Me cobijé en mi escritura, ella es mi cómplice en mis ratos de desvelo. Las confusiones y las angustias me rodean, a veces parecen intrascendentes y lejanas, pero esa nostalgia se introduce en mí y me arrebata la identidad con toda su capacidad de impacto sobre mi propia realidad. Y allí, se conjugan lo escrito y lo vivido. Van de la mano. El absurdo rumbo de la vida se atraviesa en mi corazón y aleja mis deseos, hace invisibles todas mis metas. Por eso te necesito. Necesito que me escuches. Mi memoria ya es una brecha abierta en el tiempo. Mis emociones están siendo atravesadas y dominadas por unas fuerzas inexplicables que se retroalimentan de mis neuronas muertas. No quiero hundirme en este mundo de barbarie emocional. Odio y violencia lo caracterizan. ¿Me escuchas? Tal vez ahora lo puedas entender. Mi sensibilidad está intacta. Pero mis pensamientos quieren arrojarse al vacío existencial. No lo permitiré. Desencadenarían una mutación histórica, quizás social y también cultural. Elijo dar sentido a esta vida. Tú deberías pensarlo. Somos esos contrastes vistos desde un presente que inmoviliza nuestras palabras. Pero no. Tenemos nuestra propia realidad marcada. Debemos actuar. Luchar con una pasión desmesurada que trastoque profunda e íntimamente las neuronas de la existencia humana. ¿Te animas a resignificar este presente? Ayúdame. Tu palabra vale para vislumbrar lo valioso de la cordura. Evitemos juntos el resplandor de este incendio que nos agobia la razón. Y aquí me quedo pensando cuál será tu respuesta. Te espero. No tardes. El mundo y el amor no esperan, cuando todo aún es posible. La magia de la escucha. 


 

Comentarios